Cómo un trastero puede salvar tu casa (¡y hasta tu matrimonio!)

Seguro que alguna vez has sentido que tu casa se encoge. No porque los metros cuadrados se reduzcan, sino porque cada vez hay más cosas y menos sitio para ellas. Y lo peor no es el desorden, lo peor son las discusiones que trae consigo: “¿Qué hacemos con estas cajas?”, “¡No pienso tirar mis cómics!”, “Los niños ya no juegan con esto, ¡hay que sacarlo de casa ya!”

Pues bien, el trastero puede convertirse en tu mejor aliado. Y lo decimos con conocimiento de causa, porque hemos visto cómo más de una familia —y más de un matrimonio— ha respirado tranquila gracias a tener un espacio extra en el que guardar sus pertenencias.

¿Quieres historias reales (quizá un poco dramatizadas) sobre nuestros clientes y sus trasteros?

1. El trastero que salvó mi matrimonio y mi espalda

Cuando me casé, mi mujer ya sabía que yo era un apasionado de los cómics. Pero lo que no sabía era la cantidad de cómics que tenía. Hablamos de cajas y cajas llenas de Marvel, DC y hasta ejemplares de colecciones japonesas que no se podían ni conseguir ya en tiendas.

Al principio, las cajas estaban en un rincón del salón. Luego, poco a poco, fueron invadiendo el pasillo, la habitación de invitados y hasta el armario del recibidor. Cada mudanza era una odisea: mis amigos me decían que se negaban a volver a ayudarme si tenían que cargar con tantas cajas pesadas.

Hasta que un día, en medio de una discusión, mi mujer me dijo: “O los cómics, o yo”. Bueno, no fue tan dramático, pero se acercaba bastante 😅.

La solución llegó en forma de trastero. Alquilamos uno de la mano de Gil Stauffer y de repente el piso recuperó el espacio. Mi mujer recuperó la paciencia, yo recuperé la tranquilidad, y mis cómics ahora están organizados, seguros y con espacio para seguir creciendo. Literalmente, el trastero salvó mi matrimonio… y también mi espalda, porque ahora no tengo que cargar las cajas escaleras arriba cada vez que nos mudamos.

2. El trastero que rescató los recuerdos de mis hijos

Cuando mis hijos eran pequeños, nuestra casa parecía un parque de atracciones. Había peluches, coches de juguete, Lego, disfraces, bicis pequeñas, cunas… Y todo eso que en su momento fue imprescindible, de repente se quedó “viejo” de la noche a la mañana.

Un día juegan con sus muñecos preferidos y al siguiente ya no los quieren ni ver. Pero claro, para nosotros esos objetos tenían un valor emocional enorme. Tirarlos no era una opción.

Alquilamos un trastero y allí guardamos todos esos recuerdos: el triciclo con el que dieron sus primeras vueltas, la cocinita de juguete en la que pasaban horas, las cajas de Lego que aún hoy conservan piezas por el suelo… Gracias al trastero, no tuvimos que desprendernos de nada. Y lo mejor es que ahora, años después, mis hijos vuelven al trastero conmigo y se emocionan al ver sus cosas de la infancia. Es como abrir un cofre del tesoro familiar. Y no me cabe duda, un día los usarán mis nietos.

3. El trastero, el salvavidas en el cambio de temporada

En verano, nuestra casa se llenaba de sombrillas, toallas, maletas y ventiladores. En invierno, de edredones, calefactores y ropa de abrigo. No había forma humana de organizarlo sin sentir que vivíamos en un almacén de Ikea.

El trastero nos dio la solución: ahora todo tiene su temporada… ¡pero fuera de casa! Llegó el calor, sacamos las cosas de verano y guardamos las de invierno. Llegó el frío, hicimos el cambio al revés. Y así, de forma ordenada y sin ocupar ni un metro de más en el piso.

Además, con este sistema nunca tienes esa sensación de estar “atascado” entre cajas y bolsas. El trastero se convirtió en una especie de armario gigante que cambia con nosotros.

Cómo un trastero puede salvar tu casa (¡y hasta tu matrimonio!)

4. El trastero que salvó mi negocio

No solo las familias se benefician de un trastero. Tengo un amigo que es autónomo y vende productos de ferretería online. Cuando empezó, guardaba el stock en casa: tornillos, taladros, herramientas y un largo etcétera.

Pronto se dio cuenta de que su piso se había convertido en un almacén, y que no podía ni invitar a amigos a cenar porque había cajas hasta en el sofá. La solución fue alquilar un trastero.

Ahora tiene un espacio para su negocio, organizado y con acceso cuando lo necesita. Y lo mejor: sigue siendo más barato que alquilar un local. El trastero, en este caso, no solo le dio espacio, sino que también le permitió crecer como emprendedor.


Un trastero puede ser el héroe silencioso que nunca pensaste necesitar: salva matrimonios, rescata recuerdos, organiza temporadas y hasta ayuda a levantar negocios.

No se trata solo de espacio: se trata de paz mental. Porque vivir sin montañas de cajas a tu alrededor es ganar calidad de vida.

¿Quieres comprobarlo por ti mismo? Solicita presupuesto de trasteros y descubre cómo un poco de espacio extra puede darte mucha más libertad.